¿Estamos ante una burbuja de la inteligencia artificial?
El pasado lunes 18 de agosto, un informe del prestigioso proyecto NANDA del MIT sacudió los mercados financieros y provocó una retirada masiva, de cientos de miles de millones de dólares, en acciones de las grandes tecnológicas estadounidenses como Nvidia, Meta, Microsoft, Apple o Palantir. Solo el martes 19, la empresa de Peter Thiel perdió casi un 10% de su valor, mientras que Nvidia, el gigante de las tarjetas gráficas, cayó un 3,5%. ¿Qué está pasando realmente en el mundo de la inteligencia artificial?
El informe del MIT: una advertencia que impactó en la bolsa
El MIT puso sobre la mesa una conclusión que hizo temblar a inversores y accionistas: a pesar de que entre 30 000 y 40 000 millones de dólares se han invertido en IA generativa, el 95% de las organizaciones no ven ningún retorno real de esa inversión. Solo un 5% de los proyectos de inteligencia artificial integrados generan millones de dólares, mientras que la mayoría se queda estancada sin impactar de forma medible en resultados netos.
Este dato no fue la única causa del desplome, pero sí un detonante. Unos días antes, Sam Altman, el CEO de OpenAI, reconocía abiertamente que quizás se había dejado llevar el entusiasmo con la inteligencia artificial y que muchos inversores están demasiado entusiasmados con la tecnología.
¿Una repetición de la historia? La sombra de la burbuja tecnológica
Los movimientos en bolsa de las acciones líderes en IA han sido espectaculares. Nvidia, por ejemplo, se convirtió en la primera empresa en alcanzar una capitalización de 4 billones de dólares, y Palantir duplicó su valor desde enero. Pero esas subidas vertiginosas han encendido las alarmas en bancos y gestores de activos, que ya advierten sobre una posible burbuja al estilo de la burbuja de Internet de los años 90.
Torsten Sløk, economista jefe de Apollo Global Management, llegó a comparar la trayectoria actual del índice S&P 500 con la observada durante aquella época dorada pero vulnerable.
La IA: motor económico y campo minado financiero
La inteligencia artificial no solo afecta a las grandes corporaciones; es un motor que impulsa toda la economía estadounidense y, por extensión, la global. Según la consultora Tracxn, EE.UU. alberga unas 7 000 empresas especializadas en IA, 1 000 de ellas recién financiadas con capital de serie A. Este torrente de inversión ha desplazado recursos de otros sectores: PitchBook estima que en la primera mitad del año, el 65% del capital de riesgo se destinó a empresas de IA.
Pero detrás de estas cifras astronómicas también hay inversiones gigantescas en infraestructuras físicas: centros de datos, producción eléctrica, semiconductores y servicios en la nube, que son el soporte vital para que la IA funcione.
¿Y el impacto real? Una pregunta pendiente
Más allá de la publicidad y el revuelo bursátil, medir el efecto real de la inteligencia artificial en la economía es un desafío. Aunque hay indicios débiles de que ciertos puestos de trabajo podrían ser reemplazados por algoritmos, las ganancias en productividad prometidas aún no se han materializado. De hecho, desde los años 90, la productividad en los países de la OCDE ha ralentizado su crecimiento, bajando del 2% anual al 0,8% en la última década, a pesar del auge de la informática e Internet.
¿Una burbuja o una oportunidad disfrazada?
Nadie puede asegurar con certeza si la IA es una burbuja a punto de estallar, pero de ser así, el impacto podría ser incluso más profundo que el choque sufrido tras el estallido de la burbuja de Internet a principios de siglo. Las diez principales empresas del S&P 500 están ahora más sobrevaloradas que en aquella época de máxima euforia tecnológica.
Dan Cao, economista de Georgetown, ofrece una mirada interesante en su modelo teórico: la caída de las valoraciones bursátiles no fue porque Internet dejara de ser valioso, sino porque los beneficios económicos tardaron en difundirse al resto de la economía. Este detalle es clave para entender el potencial desenlace del fenómeno actual.
En definitiva, más allá de los avances tecnológicos en sí, será la velocidad con que la inteligencia artificial se traduzca en productividad real y ganancias tangibles lo que determine si los inversores mantendrán el entusiasmo o la burbuja terminará por desinflarse.
La inteligencia artificial está transformando nuestro mundo a una velocidad vertiginosa, y aunque los mercados a veces se desbordan de emociones, no podemos perder de vista el valor real que la tecnología aporta a largo plazo. ¿Tú qué opinas? ¿Crees que estamos frente a una burbuja pasajera o a una revolución productiva que cambiará para siempre el panorama económico?
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